Una adaptación de Edward Nutkiewicz y Marcelo Mangone





Ficha Técnica


Estrenada en el Teatro El Bardo Julio del 2004
Alejandra BONETTO:ELVIRA / PRIORA
Alejandro DUFAU: RODRIGO
Heidi FAUTH :ANTONIA
Verónica PELACCINI:MATILDE
Alfredo NOBERASCO: LORENZO
Edward NUTKIEWICZ:AMBROSIO
Laura RAGGIO :INES
Escenografía y diseño de vestuario Alberto BELATTI
Diseño de iluminación y Sonido M. Mangone
Dirección General y Puesta en escena: Marcelo MANGONE
Asistencia de Dirección Carlos Gonzales
Producción ejecutiva Alejandra BONETTO
PRENSA Walter DUCHE y Alejandro ZARATE

La Novela Gótica


El gótico significa una escritura del exceso. Su atmósfera, sombría y misteriosa, señala la interferencia del retorno del pasado sobre el presente evocando emociones de terror. En el siglo XX, en formas diversas y ambiguas, las figuras del gótico han continuado a ensombrecer el progreso de la modernidad con contra- narrativas que ponen de manifiesto la cara oculta del racionalismo y de los valores humanista. El gótico condensa las múltiples amenazas de esos valores, amenazas asociadas con las fuerzas naturales y sobrenaturales, los excesos imaginativos y las desilusiones, la depravación religiosa y humana, las transgresiones sociales, la corrupción de la desintegración moral y espiritual. La escritura gótica sigue fascinada por los objetos y prácticas que la han construido como negativa, irracional, inmoral y fantástica. En un mundo que, desde el siglo iluminista, se ha vuelto cada vez más secular, la ausencia de un marco religioso fijo tanto como de condiciones sociales cambiantes ha significado que la escritura gótica – y su recepción- haya experimentado transformaciones significativas.
Históricamente el término gótico describe a una tribu germánica que cruzó el Danubio el año 376 y saqueó a Roma el año 410 a las órdenes de Alarico. Luego el concepto fue extendiéndose y no sólo incluía la primitiva cultura germánica, sino lo medieval como corriente histórica ajena y opuesta a la clásica romana. En lugar de la sencillez de ésta, el exceso y la exageración, lo recargado, el caos frente al orden, lo pagano frente a lo cristiano. En este sentido, lo gótico es asimilado con la historia de los nórdicos, naciones germánicas cuya vehemente afirmación de los valores de libertad y democracia fuera reivindicada como antigua herencia. La beligerancia opuesta a toda forma de tiranía y esclavitud. Popularmente se creyó que estas tribus habían colapsado el imperio romano. La tiranía romana fue consecuentemente identificada con la Iglesia Católica y la producción de novelas góticas en los países protestantes se constituyó a menudo en un subtexto anticatólico. Este remoto marco histórico fue una reconstrucción simbólica de la necesidad de volver a los fundamentos de la naturaleza humana, una válvula de escape, la recuperación de un pasado oscuro, el irracionalismo frente al materialismo ateo que despertaba en Europa. Hubo una serie de factores sociales y políticos, contradictorios entre sí, que dieron génesis a esta narrativa: la emancipación femenina, el anticatolicismo y antijacobinismo, pero su principales fuentes fueron el renacer del interés por la antigüedad, el gusto por las ruinas, una poética implicada en el sufrimiento y la muerte y una estética que actualizaba el concepto de Longino sobre “lo sublime”. El gótico significó una tendencia hacia estéticas basadas en sentimiento y emoción asociados esencialmente a lo sublime. En el siglo XVIII lo sublime constituyó la mayor área de debate entre escritores y teóricos del gusto. En contraste con lo bello, lo sublime fue asociado a la grandeza y a la magnificencia que estimularon poderosas emociones de terror y fascinación en el espectador.Los textos claves del góticos se extienden desde EL castillo de Otranto de Horace Walpole (1794) a Melmoth el vagabundo de Charles Maturin. Aún estas fechas parecen arbitrarias, por abarcar períodos dominados por la escritura neoclásica y romántica. El gótico está caracterizado por las contradicciones entre los usos liberales y sus implicaciones demoníacas, entre los principios ilustrados y sus nostalgia reaccionaria, estas novelas también fueron celebradas por los surrealistas debido a su carga subversiva contra la sexualidad y la religión. Artaud escribió un guión cinematográfico de EL monje, Bretón alude a la capacidad lírica de Lewis y celebra su concepto de un “ego dividido entre el bien y le mal”.

Datos sobre Mathew G. Lewis


Matthew G. Lewis nació en Londres el 9 de julio de 1775, hijo de una familia acomodada, su padre fue Secretario del Ministerio de Guerra y miembro del Gabinete y su madre pertenecía a una antigua familia. Los Lewis tenían extensas propiedades en Jamaica y fincas en Surrey.
La mayor parte de su infancia la pasó en una vieja, inmensa y laberíntica mansión de la familia. Este ambiente deprimente y siniestro junto a las historias que le contaba su madre contribuyó a acentuar su interés por lo sobrenatural. De estos recuerdos provienen los episodios más impresionantes de su más célebre drama The Castle Spectrum.
Recién graduado en Oxford, fue enviado a La Haya como agregado Cultural en la Embajada Británica en Holanda, acontecimiento que aceleró su debut literario. A los diecinueve años en La Haya comenzó a lee y a escribir, corriendo su imaginación hacia la fantasía gótica, influenciado entre otros por la lectura de “Los misterios de Adolfo” de Ann Radcliffe. Un motivo para escribir en cinco meses un libro tan extenso como El monje fue, sin duda, su necesidad económica, ya que la suma que le enviaba su padre no le alcanzaba para su vida de diplomático joven y mundano, sumado al hecho que él debía ayudar a su madre, en apuros económicos casi siempre. Cuando se publicó El monje en marzo de 1796 causó furor y su sensacional éxito lo desbordó, permitiéndole alternar con la alta sociedad y abandonar la diplomacia, para convertirse en prominente figura literaria. Además de ponerse de moda, este libro impresionó tanto a los guardianes de la moralidad pública que le procuró un escándalo descomunal lo cual, si bien disparó las ventas, estuvo a punto de llevarlo a prisión y lo obligó a expurgar su obra, que no se volvió a publicar integra hasta entrado el siglo XX. La opinión pública osciló entre declararla una obra de genio o tacharla de blasfema y obscena. Coleridge[1] reconoce la rica imaginación de Lewis y admite que el personaje de Matilde está exquisitamente trazado pero insiste en que la “minuciosidad libidinosa” con que describía las tentaciones de Ambrosio eran “perniciosas”. El ataque de Coleridge también se refería a que por ese año Lewis fue nombrado miembro del Parlamente por lo que era particularmente objetable dado que “el autor es un hombre de rango y fortuna”. La novela también sumó la ira de los pro católicos que le echaban en cara su connivencia con los “ateos demócratas y sus devotos”. La Society for Suppresion of Vice sintiéndose ultrajada presentó una denuncia contra el autor que finalmente no prosperó.Dado el éxito de la novela y viendo que se presentaban sobre ella más acusaciones de inmoralidad Lewis consideró conveniente expurgarla en la cuarta edición, eliminando todas las referencias a la Biblia.Ninguna otra novela gótica alcanzó la repercusión de El monje, aunque las acusaciones de inmoralidad continuaron y los críticos se apresuraron a denunciar las tendencias potencialmente peligrosas de otras obras suyas.

Crítica Luis Mazas Revista XXIII




Crítica Revista Drama


Critica Ricardo Fierstein